Esos recuerdos a veces se confunden porque la historia de Margarana contiene muchas otras historias, como esas muñecas que contienen muñecas, una más pequeña que la otra. Salvo que en la historia de Margarana las niñas, las mujeres y también los niños y las viejas brujas malas que esconde en su interior, no son ni más ni menos pequeñas que la misma Margarana. Tanto que a veces piensa que no es ella la que cuenta esas historias, sino que son más bien esas historias las que la cuentan a ella. Así como así nomás. Por eso la historia de Margarana es una historia especial entre todas las historias.
Y no sólo por eso.
Es que la historia de Margarana es también la historia de mi vida, mi propia historia, la que les voy a contar.
Y ustedes sabrán disculpar si de tanto en tanto se me mezclan otros relatos de otras vidas o de otros tiempos, porque mi memoria, a fuerza de entrelazar cuentos, se ha vuelto un poco torpe y de tanto en tanto, cuando intento por ejemplo, acordarme de mi primer novio, me embarullo y en lugar de un dentista me saca a pasear un príncipe y en lugar de un ramo de flores me regala un anillo con un diamante en cuyo interior habita un genio maligno que no sabe si existe, pobrecito, y que se la pasa todo el día pensando, pensando, pensando...
Cristian Palacios
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