Una parodia muy especial
En algún punto Alonso y Aguirre, perdidos en el inframundo es una parodia. Pero no una parodia a las que estamos habitualmente acostumbrados sino una muy especial.
En los tiempos de la búsqueda de El Dorado, el poder (de toda clase) y la locura se estrechaban fuertemente las manos. La conquista española, religiosa, económica y política, con sus luchas internas es el objeto de esta puesta que entremezcla historia y mitos, nombres reales y de los otros.
Con muy pocos objetos en el escenario los dos actores arman y desarman universos, desde el aposento de un virrey, pasando por un calabozo y saltando a un campo de batalla, ni qué decir de los escenarios fantásticos… pero además de construir lugares físicos, también construyen personajes, sale un Alonso o un Aguirre, entra un virrey, un Colón enmarcado, un demonio, en fin. Perdón, con la gran ayuda de Hércules, el perro, casi lo olvidaba.
El trabajo con la época es todo un desafío, particularmente por el juego lingüístico, que llevan adelante con creces. Le suman la representación dentro de la representación, resúmenes, títeres, en una propuesta con mil aristas.
El humor es un ingrediente central de Alonso y Aguirre, en particular a partir de la hiperbolización de situaciones vividas y narradas. Pero al humor se le suma el juego lógico, la detención del tiempo en una encrucijada para resolver un cálculo existencial. Del mismo modo alguna referencia a lo contemporáneo teatral (no repetiré la palabra para no despertar la ira) se entremezcla con el odio a Bartolomé de las Casas.
Si se la mira en superficie, Alonso y Aguirre es una propuesta divertida. Ahora si se va en tren de analizar hay mucha pero mucha tela para cortar…
Mónica Berman, www.criticateatral.com.ar
Alonso y Aguirre, perdidos en el inframundo
La Compañía Nacional de Fósforos llega a la sala de Timbre 4 para presentar su obra Alonso y Aguirre, que podrá verse todos los lunes de febrero a las 21 hs.
Esta comedia delirante cuenta la historia de dos antihéroes interpretados por Juan Manuel Caputo (Alfonso) y Cristian Palacios (Aguirre) que, en época de la Conquista, y escapando de la horca a la que han sido condenados por innumerables crímenes, deciden embarcarse rumbo al nuevo continente en búsqueda de la ciudadela El Dorado.
La aventura emprendida por esta pareja, una dupla de reos que juegan a ser una especie de Indiana Jones del subdesarrollo, es representada con diferentes gags que cuentan con mucho humor las situaciones por las que transitan tanto en España como en América y en la cual los actores van asumiendo distintos personajes.
El trabajo actoral de ambos es de una gran ductilidad a la hora de interpretar a todos los personajes que aparecen en escena, al mismo tiempo que mantienen el ritmo y la atención de la obra, los juegos de repeticiones aportan humor y el buen manejo corporal se aprecia en un buen dominio del espacio escénico.
La escenografía es despojada y modificada por los mismos actores en escena. Sólo unos parantes de metal y una tela van a permitir convertir el espacio en un laberinto, una cárcel, una choza, un monte. Nos hallamos ante una puesta en escena en la que se pone en evidencia la multiplicidad del signo teatral, la capacidad que tiene el teatro de hacer que un mismo elemento pueda representar infinidad de cosas. La iluminación y el sonido acompañan en la construcción espacial.
Alonso y Aguirre se presenta como una comedia absurda y al mismo tiempo es una obra que incluye elementos de autorreferencialidad, como el lamento de Aguirre contra el metateatro, que permiten reflexionar sobre la representación y ponen en cuestionamiento algunos de los pensamientos e ideologías con los que el mundo se ha venido explicando así mismo.
Rocío Villar, www.showonline.com.ar
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