El 28 de noviembre de 2012, el voto unánime del Senado convirtió en Ley Nacional de la Música el proyecto impulsado por un conjunto de organizaciones de músicos independientes. Con la euforia de la victoria obtenida hecha carne y devueltos los pies al suelo tras una jornada histórica acompañada con un escenario en la Plaza de los Dos Congresos por el que desfilaron decenas artistas consagrados y bandas independientes, Agencia NAN rescató las conclusiones de quienes empujaron la ilusión desde sus comienzos y de quienes consideran la aprobación de la norma un “hecho histórico”; resaltó las críticas de los sectores que señalan algunas falencias en el texto y escuchó el festejo de aquellos que serán los principales beneficiarios y darán sentido al Instituto Nacional de la Música creado por la flamante norma: los músicos nóveles e incipientes.
“Creemos que el instituto nace para cambiar la realidad musical del país”, dispara el presidente de la Federación Argentina de Músicos Independientes (FAMI), Diego Boris. Sus manos, su mente, su cuerpo, estuvieron los últimos 72 meses, junto a los de cientos de otros músicos argentinos nucleados en distintos colectivos integrantes o no de esa federación (Unión de Músicos Independientes, Asociación de Músicos Independientes de Santiago del Estero, Santa Fe Unida por el Rock, Músicos Independientes de Salta, Músicos Convocados, Asociación Civil Sintonía Fina, por solo mencionar a algunos) puestos a disposición de la redacción y militancia por la aprobación del proyecto de ley que crea el Instituto Nacional de la Música (Inamu), el primer organismo público que se dedicará exclusivamente a la actividad.
Parte 1: ¿Por qué?
En reglas generales, los objetivos del organismo serán fomentar la producción de música nacional y preservar y generar nuevos espacios en donde los músicos puedan tocar sus creaciones. Allá por 2006, cuando un grupo de músicos comenzó a delinear el sendero que los llevaría a una ley dedicada íntregramente a la actividad, pensaron en un cuerpo más grande que atendiera no sólo los problemas con los que conviven quienes deciden dedicarse al arte de la música cuando esta está inserta en el círculo de la industria cultural sin posibilidad de salida, pero también la precariedad que sobrevuela el universo de los músicos. Eso cambió para que el proyecto virara finalmente en norma, que se denominó “Ley Nacional de la Música Parte 1”: “Hubo una decisión del grupo redactor de la ley de separar las soluciones a las grandes problemáticas de la actividad musical de las condiciones laborales en las que persisten los músicos. Consideramos que lo primero que había que hacer era mejorar las condiciones generales en las que se hace música ya que entendimos que si trabajábamos todo junto, lo laboral iba a quedar en un nivel declamativo”, justificó Boris, miembro originario del grupo impulsor de la flamante ley.
La idea de trabajar un “nuevo estatuto del ejecutante musical” no fue abandonada, no obstante, piensan en generar un nuevo mecanismo que sea más inclusivo para las diferentes modalidades en que se desarrolla la profesión y que comprenda de una manera más amplia las diferentes esferas desde donde se encara la decisión de ser músico: independencia, autogestión. “Esperemos que no sea tan largo el camino”, rescató el cantante de la La Tolva.
Este punto despertó críticas. “¿Por qué dejar de lado los derechos de los trabajadores?”, se preguntaron desde el Frente de Artistas. “Así como está, esta ley sólo permite la circulación de subsidios. No sólo no cambia nada de cuajo, sino que sienta en la mesa de decisiones del instituto a los músicos con las grandes empresas. Nosotros no creemos que haya que beneficiar a ningún empresario; defendemos los derechos de los músicos y de los trabajadores de la música y no de los empresarios. Los subsidios están bien, pero deberían haber sido incluidos dentro de un trabajo profundo de fortalecimiento de los derechos de los músicos, sin contemplar a los empresarios”, desmenuzó el referente de ese espacio de izquierda, Ricardo Goldín.
Todos juntos en ¿igualdad de condiciones?
La cuña se mete también en otra pequeña grieta en la superficie de la flamante ley que no serviría más que para juntar polvo y dudas: ¿quiénes tendrán participación en la estructura de autoridades del Inamu? El croquis está formado por un Directorio, una Asamblea federal y un Comité. El presidente y el vice, designados por el Poder Ejecutivo Nacional deberán, según la letra de la ley, “acreditar idoneidad en y antecedentes profesionales en el arte de la música y/o en la gestión cultural musical”. El presidente también integrará la Asamblea federal, acompañado por un representante gubernamental relacionado con la cultura de cada provincia.
Por último, el Comité estará integrado por 18 miembros. La Asamblea nombrará a seis de ellos, una “personalidad relevante del ámbito de la música” por cada región. Los 12 restantes estarán a cargo de “entidades que representen a los sectores de la actividad musical nacional”. Los músicos deberían compartir igualdad de poder de decisión en este ámbito –el único espacio que tienen completamente asegurado por la norma-- con enormes empresarios de la industria de la música. Allí se mezclarán representantes de autores, compositores, intérpretes, asociaciones sindicales, productores fonográficos nacionales, espacios de enseñanza pública y privada, establecimientos donde se ejecuta música en vivo, productores de eventos musicales y asociaciones de representantes artísticos.
“Nosotros, como organización que defiende los derechos de los músicos no coincidimos con la presencia de los empresarios en el organismo. Ellos tienen ganancias cuantiosas mientras el grado de precarización de los músicos es lamentable. Si se quiere poner al mismo nivel de posibilidades a unos y otros, la situación sigue y seguirá sin modificarse”, entendió Goldín. Los músicos, tal vez, estén más relajados. “La idea de la ley es el complemento”, reguló Gustavo Rohdenburg, cantante de Sugestión Masiva, y agregó: “Nosotros aportaríamos a la propuestas desde lo que sabemos en profundidad, que es nuestra actividad. Confiamos en los procesos de combinación y complemento de diferentes actores que conforman un todo y sobre todo en que los músicos podemos representarnos y defendernos, marcar límites”.
Por otro lado, existe el riesgo de “partidización” del Inamu, con el Poder Ejecutivo a cargo de la elección de las autoridades más importantes del Inamu. Pero los impulsores de la ley no temen: “Estamos viviendo en respeto mutuo. Hubo un respeto muy grande por el texto de la ley y la reglamentación viene en esa línea, así que no tenemos por qué dudar. Hay un conjunto de músicos activos y organizados que están dispuestos a estar a la altura a dar respuesta a eso si llegara a pasar”, evaluó Boris.
En la cancha se ven los pingos
Bajo la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación, la sede central del Inamu –en la Ciudad de Buenos Aires, claro-- y otras más ubicadas en cada una de las cinco regiones del país intentarán convertir el fondo de financiamiento, leña de la que se alimentará el organismo, en los objetivos con los que nació. Ese fondo estará compuesto por el dos por ciento del presupuesto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, más lo recaudado de la aplicación de multas, intereses y recargos una vez puesta en marcha la ley; contribuciones, donaciones, subsidios y lo generado a partir de eventos del Inamu.
Se crearán Centros de Producción Musical, Centros Culturales y Sociales, Centro de Subsidios y Créditos y Centros de Formación Integral. Además, se abrirá la convocatoria a espacios ya existentes que deseen participar del Circuito Estable de Música en Vivo.
Para poder hacer uso de todas estas cuestiones, los músicos deberán inscribirse en el Registro Único de Músicos y Agrupaciones Musicales Nacionales, al que accederán sin examen previo ni nada por el estilo. El registro y el mecanismo de vales son dos herramientas que los músicos creadores de la ley introdujeron como novedad. “Con los vales se logra mantener una transparencia necesaria al momento del manejo del dinero y, a la vez, permite reservar la mística del esfuerzo que significa para una banda empezar desde abajo y construir paso a paso un disco”, explicó Rohdenburg.
Para mejor, venga un ejemplo: “Una banda de Lanús está en plena grabación de su disco y necesita resolver el tema de la gráfica. En vez de recibir mil mangos del Inamu, recibe un vale de producción que le sirve para ir a la imprenta y canjearlo por las tapas. Así con cualquier momento de la cadena de producción. Es muy importante que eso en una banda no se pierda, el camino recorrido, el paso a paso”, puntualizó el integrante de Sugestión Masiva. Para que el círculo del mecanismo propuesto por los músicos redactores de la ley cierre perfecto, es necesario comenzar un trabajo de hormiga con comercios dedicados a cada una de las etapas de la realización de un disco, aunque el cantante aseguró que “en la UMI hay muchos estudios que se prestarían para firmar convenios con Inamu. Es cuestión de caminar, charlar y convencer”.
La difusión del material y el fortalecimiento de circuitos de espacios en donde tocar son otros dos puntos fuertes de la ley que apuntalan directo el crecimiento de los músicos incipientes. Por un lado, la norma establece mecanismos para hacer convenios con radios locales, regionales y Radio Televisora Argentina (RTA) para que se difundan tanto las actividades del instituto como la de los músicos que lo conforman. Por otro, el objetivo de crear circuitos estables de música en vivo: “La idea es que se armen recorridos fijos con lugares público, privados y comunitarios en los que los músicos tengan un arreglo garantizado de condiciones técnicas y operativas para tocar en todo el país”, expresó Rohdenburg.
Participación, lo fundamental
“Realmente creemos que cambiará la historia”, insistió Boris respecto de la Ley Nacional de la Música, pero pensando más allá de ella. “Queremos que a partir de esto se empiece a generar otro modelo de músico más protagonista del tiempo que le tocó vivir; que deje de lado la declamación de cómo considera que deberían ser las cosas para tomar las herramientas con sus manos y directamente cambiarlas, participar de ese cambio”, completó.
Más allá del resultado práctico obtenido, tras seis años de militancia y muchísimos más de activismo con la música en el alma, Boris y Rohdenburg coinciden en lo fructífero de la participación popular en la gestación de la ley, eso de carne y hueso multiplicado por cientos que le da contenido a las letras en el papel: “Lo humano que se construyó a través del proceso de construcción de la ley pasa por el quiebre cultural que se logró en cuanto al individualismo. Ningún músico que participó perdió capacidad artística o embargó su proyecto por militar algo colectivo”, reforzó el músico de Sugestión Masiva.
Un nuevo “ser músico” y un nuevo modo de construcción de leyes, agregó Boris, como producto del efecto multiplicador de la norma que aún no fue promulgada: “La ley es muy importante, pero la forma en que se construyeron sus puntos es tanto como la ley misma: es una propuesta de otro modo de construir leyes, participativo, asambleario, consensuado. Eso es mucho”.
Fuente: Agencia NAN / publicado el 6 de diciembre de 2012
TEXTO COMPLETO DE LA LEY NACIONAL DE LA MÚSICA
“Creemos que el instituto nace para cambiar la realidad musical del país”, dispara el presidente de la Federación Argentina de Músicos Independientes (FAMI), Diego Boris. Sus manos, su mente, su cuerpo, estuvieron los últimos 72 meses, junto a los de cientos de otros músicos argentinos nucleados en distintos colectivos integrantes o no de esa federación (Unión de Músicos Independientes, Asociación de Músicos Independientes de Santiago del Estero, Santa Fe Unida por el Rock, Músicos Independientes de Salta, Músicos Convocados, Asociación Civil Sintonía Fina, por solo mencionar a algunos) puestos a disposición de la redacción y militancia por la aprobación del proyecto de ley que crea el Instituto Nacional de la Música (Inamu), el primer organismo público que se dedicará exclusivamente a la actividad.
Parte 1: ¿Por qué?
En reglas generales, los objetivos del organismo serán fomentar la producción de música nacional y preservar y generar nuevos espacios en donde los músicos puedan tocar sus creaciones. Allá por 2006, cuando un grupo de músicos comenzó a delinear el sendero que los llevaría a una ley dedicada íntregramente a la actividad, pensaron en un cuerpo más grande que atendiera no sólo los problemas con los que conviven quienes deciden dedicarse al arte de la música cuando esta está inserta en el círculo de la industria cultural sin posibilidad de salida, pero también la precariedad que sobrevuela el universo de los músicos. Eso cambió para que el proyecto virara finalmente en norma, que se denominó “Ley Nacional de la Música Parte 1”: “Hubo una decisión del grupo redactor de la ley de separar las soluciones a las grandes problemáticas de la actividad musical de las condiciones laborales en las que persisten los músicos. Consideramos que lo primero que había que hacer era mejorar las condiciones generales en las que se hace música ya que entendimos que si trabajábamos todo junto, lo laboral iba a quedar en un nivel declamativo”, justificó Boris, miembro originario del grupo impulsor de la flamante ley.
La idea de trabajar un “nuevo estatuto del ejecutante musical” no fue abandonada, no obstante, piensan en generar un nuevo mecanismo que sea más inclusivo para las diferentes modalidades en que se desarrolla la profesión y que comprenda de una manera más amplia las diferentes esferas desde donde se encara la decisión de ser músico: independencia, autogestión. “Esperemos que no sea tan largo el camino”, rescató el cantante de la La Tolva.
Este punto despertó críticas. “¿Por qué dejar de lado los derechos de los trabajadores?”, se preguntaron desde el Frente de Artistas. “Así como está, esta ley sólo permite la circulación de subsidios. No sólo no cambia nada de cuajo, sino que sienta en la mesa de decisiones del instituto a los músicos con las grandes empresas. Nosotros no creemos que haya que beneficiar a ningún empresario; defendemos los derechos de los músicos y de los trabajadores de la música y no de los empresarios. Los subsidios están bien, pero deberían haber sido incluidos dentro de un trabajo profundo de fortalecimiento de los derechos de los músicos, sin contemplar a los empresarios”, desmenuzó el referente de ese espacio de izquierda, Ricardo Goldín.
Todos juntos en ¿igualdad de condiciones?
La cuña se mete también en otra pequeña grieta en la superficie de la flamante ley que no serviría más que para juntar polvo y dudas: ¿quiénes tendrán participación en la estructura de autoridades del Inamu? El croquis está formado por un Directorio, una Asamblea federal y un Comité. El presidente y el vice, designados por el Poder Ejecutivo Nacional deberán, según la letra de la ley, “acreditar idoneidad en y antecedentes profesionales en el arte de la música y/o en la gestión cultural musical”. El presidente también integrará la Asamblea federal, acompañado por un representante gubernamental relacionado con la cultura de cada provincia.
Por último, el Comité estará integrado por 18 miembros. La Asamblea nombrará a seis de ellos, una “personalidad relevante del ámbito de la música” por cada región. Los 12 restantes estarán a cargo de “entidades que representen a los sectores de la actividad musical nacional”. Los músicos deberían compartir igualdad de poder de decisión en este ámbito –el único espacio que tienen completamente asegurado por la norma-- con enormes empresarios de la industria de la música. Allí se mezclarán representantes de autores, compositores, intérpretes, asociaciones sindicales, productores fonográficos nacionales, espacios de enseñanza pública y privada, establecimientos donde se ejecuta música en vivo, productores de eventos musicales y asociaciones de representantes artísticos.
“Nosotros, como organización que defiende los derechos de los músicos no coincidimos con la presencia de los empresarios en el organismo. Ellos tienen ganancias cuantiosas mientras el grado de precarización de los músicos es lamentable. Si se quiere poner al mismo nivel de posibilidades a unos y otros, la situación sigue y seguirá sin modificarse”, entendió Goldín. Los músicos, tal vez, estén más relajados. “La idea de la ley es el complemento”, reguló Gustavo Rohdenburg, cantante de Sugestión Masiva, y agregó: “Nosotros aportaríamos a la propuestas desde lo que sabemos en profundidad, que es nuestra actividad. Confiamos en los procesos de combinación y complemento de diferentes actores que conforman un todo y sobre todo en que los músicos podemos representarnos y defendernos, marcar límites”.
Por otro lado, existe el riesgo de “partidización” del Inamu, con el Poder Ejecutivo a cargo de la elección de las autoridades más importantes del Inamu. Pero los impulsores de la ley no temen: “Estamos viviendo en respeto mutuo. Hubo un respeto muy grande por el texto de la ley y la reglamentación viene en esa línea, así que no tenemos por qué dudar. Hay un conjunto de músicos activos y organizados que están dispuestos a estar a la altura a dar respuesta a eso si llegara a pasar”, evaluó Boris.
En la cancha se ven los pingos
Bajo la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación, la sede central del Inamu –en la Ciudad de Buenos Aires, claro-- y otras más ubicadas en cada una de las cinco regiones del país intentarán convertir el fondo de financiamiento, leña de la que se alimentará el organismo, en los objetivos con los que nació. Ese fondo estará compuesto por el dos por ciento del presupuesto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, más lo recaudado de la aplicación de multas, intereses y recargos una vez puesta en marcha la ley; contribuciones, donaciones, subsidios y lo generado a partir de eventos del Inamu.
Se crearán Centros de Producción Musical, Centros Culturales y Sociales, Centro de Subsidios y Créditos y Centros de Formación Integral. Además, se abrirá la convocatoria a espacios ya existentes que deseen participar del Circuito Estable de Música en Vivo.
Para poder hacer uso de todas estas cuestiones, los músicos deberán inscribirse en el Registro Único de Músicos y Agrupaciones Musicales Nacionales, al que accederán sin examen previo ni nada por el estilo. El registro y el mecanismo de vales son dos herramientas que los músicos creadores de la ley introdujeron como novedad. “Con los vales se logra mantener una transparencia necesaria al momento del manejo del dinero y, a la vez, permite reservar la mística del esfuerzo que significa para una banda empezar desde abajo y construir paso a paso un disco”, explicó Rohdenburg.
Para mejor, venga un ejemplo: “Una banda de Lanús está en plena grabación de su disco y necesita resolver el tema de la gráfica. En vez de recibir mil mangos del Inamu, recibe un vale de producción que le sirve para ir a la imprenta y canjearlo por las tapas. Así con cualquier momento de la cadena de producción. Es muy importante que eso en una banda no se pierda, el camino recorrido, el paso a paso”, puntualizó el integrante de Sugestión Masiva. Para que el círculo del mecanismo propuesto por los músicos redactores de la ley cierre perfecto, es necesario comenzar un trabajo de hormiga con comercios dedicados a cada una de las etapas de la realización de un disco, aunque el cantante aseguró que “en la UMI hay muchos estudios que se prestarían para firmar convenios con Inamu. Es cuestión de caminar, charlar y convencer”.
La difusión del material y el fortalecimiento de circuitos de espacios en donde tocar son otros dos puntos fuertes de la ley que apuntalan directo el crecimiento de los músicos incipientes. Por un lado, la norma establece mecanismos para hacer convenios con radios locales, regionales y Radio Televisora Argentina (RTA) para que se difundan tanto las actividades del instituto como la de los músicos que lo conforman. Por otro, el objetivo de crear circuitos estables de música en vivo: “La idea es que se armen recorridos fijos con lugares público, privados y comunitarios en los que los músicos tengan un arreglo garantizado de condiciones técnicas y operativas para tocar en todo el país”, expresó Rohdenburg.
Participación, lo fundamental
“Realmente creemos que cambiará la historia”, insistió Boris respecto de la Ley Nacional de la Música, pero pensando más allá de ella. “Queremos que a partir de esto se empiece a generar otro modelo de músico más protagonista del tiempo que le tocó vivir; que deje de lado la declamación de cómo considera que deberían ser las cosas para tomar las herramientas con sus manos y directamente cambiarlas, participar de ese cambio”, completó.
Más allá del resultado práctico obtenido, tras seis años de militancia y muchísimos más de activismo con la música en el alma, Boris y Rohdenburg coinciden en lo fructífero de la participación popular en la gestación de la ley, eso de carne y hueso multiplicado por cientos que le da contenido a las letras en el papel: “Lo humano que se construyó a través del proceso de construcción de la ley pasa por el quiebre cultural que se logró en cuanto al individualismo. Ningún músico que participó perdió capacidad artística o embargó su proyecto por militar algo colectivo”, reforzó el músico de Sugestión Masiva.
Un nuevo “ser músico” y un nuevo modo de construcción de leyes, agregó Boris, como producto del efecto multiplicador de la norma que aún no fue promulgada: “La ley es muy importante, pero la forma en que se construyeron sus puntos es tanto como la ley misma: es una propuesta de otro modo de construir leyes, participativo, asambleario, consensuado. Eso es mucho”.
Fuente: Agencia NAN / publicado el 6 de diciembre de 2012
TEXTO COMPLETO DE LA LEY NACIONAL DE LA MÚSICA
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